Ya llevó
más de dos semanas en el otro lado del mundo. Aquí vivimos 7 horas de adelanto en
el futuro.
Unas de
las primeras anécdotas llegando a Europa, fue la tardanza de mi vuelo para
hacer una conexión, el tiempo ganaba y tenía que ir a paso rápido, para pasar
por toda la seguridad del aeropuerto en Paris. Al fin pude llegar a tiempo y
tomar mi próximo vuelo, sin embargo mi equipaje no corrió la misma suerte y
llegó dos días después. Esto no fue problema, ya que todo lo malo se desvanecía
cuando me volví a reencontrar con mi amor bonito.
Los días
a su lado han sido buenos, de hecho vamos creando nuestro espacio y poco a poco
vamos haciéndolo nuestro hogar. Creo que las experiencias anteriores de
enfrentarnos a otras culturas, ha dejado enseñanzas. En mi caso me ha ayudado
para ver las nuevas experiencias con otros ojos. Con ojos de aprendizaje, donde
el miedo por no entender no debe ser la fuente. Sino donde la curiosidad y la
paciencia, vienen siendo mis mejores compañeras para asimilar mi proceso de
adaptación.
Vamos
paso a paso, cada día suma. Por lo pronto ya me puedo comunicar poco a poco en
un idioma que vengo aprendiéndolo hace 8 meses. Voy ubicándome en una ciudad
nueva y voy conociendo las rutas de los tranvías para trasladarme. Mi
tolerancia frente al hecho de no entender todo lo que escucho va mejorando, en
este sentido vamos madurando.
Estos
retos me hacen sentir viva, el apoyo incondicional de mi esposo que me brinda
las fuerzas para enfrentar estos cambios. Ambos apuntamos a formar buenas bases
para este presente que vivimos hoy!
Mientras
tanto una bella vista son nuestro marco, un clima cálido y buen cafecito
deleitan nuestras mañanas.